Es
el cuarto para las cinco de la mañana, todavía esta oscuro, en un rato empezara
a clarear, el sol saldrá a las cinco con
dieciséis minutos, Wilson se estira, se levanta, toma un duchazo rápido, recoge
la palangana, con el maíz cocido con cal, al mismo tiempo que se escucha el mugir
de las vacas en el corral, con sus chivos a un pié, en la otra pata los vaqueros
en el ordeño.
Toma
su bicicleta, y guardando el equilibrio, inicia su viaje de poco más de dos
kilómetros al molino del pueblo, allí el
maíz se convertirá en masa, en poco tiempo estará de vuelta para que doña
Sandra, su mamá, empiece, ha echar las tortillas, que acompañadas con unos
frijolitos, y una taza de café serán el desayuno de la familia, él es cuarto de
siete hermanos.
Luego
del desayuno, va a toda velocidad, lo que al igual que su sonrisa caracterizan
su vida, a barrer el frente de la casa.
Llega
al establo cuando ya se ha retirado el ganado, pero le pagan unos centavos
extra, por tornear, cepillar, y soltar por la mañana; y bañar, alimentar, y guardar, por la tarde los
tres caballos favoritos del dueño de la finca. Eso le gusta mucho, mientras lo
hace, piensa que cuando sea grande, comprará a su favorito de los tres, el
Sombrerón, ¡Ese si que le gusta! Hasta consiguió una foto donde están los dos,
y la tiene clavada, sobre su catre.
Al rato se va al rió con su hermano mayor, Wilmer, y sacan el trasmallo, que colocaron la
tarde anterior, no es mucho lo que se consigue, pero doña Sandra, logra
venderlo, o cocinarlo, tienen que tener cuidado, que las ramas secas no lo
dañen y lo rasguen, mientras siguen las risas.
Ahora
se vuelve a lavar la cara con el guacal, en la pila, se cambia la camisa y el
pantalón, toma su morral, con sus libros, doña Sandra le da más alguna fruta,
un banano, un mango, un pedazo de melón o sandía… de esas que generosamente se
dan en la tierra cálida y que ellos mismos han sembrado o recogido de algún
palo. Y sale nuevamente en su bicicleta en el camino que recorrió tres horas
antes…
Llega
justo antes de la campana… se forma en la línea, es de los más pequeños de su clase, lleva un año adelantado, en la que se puede decir que
no hay compañeros, allí hay amigos, se echan la upa en los estudios, trabajos,
necesidades (que conocen a muy temprana edad), se prestan cosas, no hay
envidias, son sencillos de corazón, "en lo poco tienen lo mucho", si alguno falta
todos se interesan… y sobre todo son
compañeros de fut: de un “fut” sin tenis, pero sin faltas, con pelotas
de plástico, sin uniformes pero con la identidad del compañerismo, en la que
cada minuto cuenta porque el resultado es compartir…
Son
tres horas de escuela, en la que no tienen libros de texto, o casi ninguno, su
cuaderno, su lápiz y un bolígrafo, ponen
atención a lo que dice la “seño” sueñan con lo que oyen, se aplican, no hay
computadoras, aunque quisieran tenerlas, sus ojos ávidos de aprender no pierden
detalle, a pesar del calor, sin aire acondicionado, ni comodidades, el tiempo
pasa volando, juegan un poco a la salida, a veces se toman un cuquito o una
granizada, no siempre, es poco lo que se quedan, deben seguir el día…
Wilson
antes de regresar a su casa, pasa sacando una tarea de leña, cuando llega a su
casa a la comida, primero se cambia de ropa, y luego a comer, lo usual son las
tortillas, alguna sopa tal vez de chipilín, con
un huevo duro o algo de lo recogido en el trasmallo, doña Sandra, esta
atendiendo la tiendita, le pide que entre la ropa que esta al sol.
Wilmer,
esta en la pica de hule. Los caballos es muy temprano para entrarlos y
bañarlos, avisa que ira al pueblo.
Hace
camino nuevamente en la bicicleta.
Llega
al mercado, allí donde doña Lucy tiene encargado le guarden su cubeta, esponja,
un poco de jabón… saluda, por supuesto son su sonrisa – Buenas doña Lucy- ella
responde son otra sonrisa, - no me vayas a dejar el chorro mal cerrado, patojo-
le dice.
-
no como cree, doña Lucy, si ya sabe lo primero que la
lavo es su Toyota y gratis-
Ella,
vuelve a sonreír. (le guarda el cubo, y le da agua, y le lavan el carro)
Wilson,
lava el carro de doña Lucy, y otros tantos más, se agencia otros centavos.
Después hace camino de regreso en su bicicleta, ya con su plata entre la bolsa.
Hay
un palo de cushines de punto, se detiene y corta algunos, para casa y para que su mamá
venda.
Deja
la bicicleta en la casa, y el dinero sobre su catre.
Llego
su hora!!! Tttthhhhhh empieza a llamar a sus caballos, vengan ttttahhattan
Les
abre la puerta del corral
Entran
a galope, les pone las correas a los gamarrones y empieza a bañarlos, a
cepillarlos, los va poniendo en sus tramos, dándoles su concentrado y
afrecho, cuando guarda a Sombrerón, le
dice, ya veras que serás Mio, y se le prende del pescuezo!
Siempre
se reserva sus minutos, se queda sentado frente a él, simplemente sonriendo.
Al
rato aparece Wilmer, -¡carrera al río a poner al trasmallo!-, nunca hay
ganador, llegan dos los se tiran al agua.
Después
se colocar el trasmallo, cuando la tarde empieza a caer, hace su tarea, entrega
lo ganado a doña Sandra, la que su vez tiene varias latas de 5lbs. Con los
nombres de sus hijos, en la coloca la mitad de lo que ganan y una vez al mes lo
pone en una libreta, y les dice eso es para cuando sean doctores o lo que
quieran, “mijos” hay que pensar más lejos, eso se los repite “todos los días”.
A
veces oscurece antes que Wilson acabe su tarea, una vela le acompaña. Lo que
si, es que cuando se duerme, cae profundamente. No le he visto dormido, pero
imagino que aun en sueños sonríe.
Autor:
R.C. de Interés
Fotografía:
R.C. de Interés
La felicidad de las gentes sencillas, no lamentándose de lo que les falta, sino sacándole el máximo partido a lo poco que tienen.
ResponderEliminarHe disfrutado leyendo tu relato. Muy bien contado.
Un abrazo.
Precioso relato.
ResponderEliminarNo es más feliz el que más tiene, sino el que vive a gusto con lo que tiene.
Hola
ResponderEliminarMe llamo Carla y tengo un directorio web. Me ha encantado tu blog! Tienes unos post muy guapos!!. Buen trabajo, por ello me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, para que mis visitantes entren a tu web y obtengas mayor tráfico.
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Carla.
Maravilloso relato Regina, me ha encantado y es que la gente sencilla es felíz cn lo que tiene...
ResponderEliminarBesazo linda,
L he leído y releído mi niña ¡que belleza! y que lección de vida nos das.
ResponderEliminarBesos enormes cariño :) TQM
Gracias por tu información.
ResponderEliminarMañana vuelvo para leerte. Hoy ya me retiro a descansar.
Gracias
Sor.Cecilia
Maravilloso el relato que has presentado. En el se puede sentir los aromas que vas presentado. El trajinar de Wilson. con su vida sencilla y sin reclamos.
ResponderEliminarMe gusto mucho
Besos
Gracias, Chema, en lo poco tienen lo mucho, la sencillez les hace disfrutar al máximo sin complicaciones, y un gran corazón les hace felices, me atrevería a decir que siempre. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarJuanjo, más que de acuerdo contigo, saber disfrutar lo que hay, sin complicarse por lo que no hay, disfrutar las pequeñas grandes cosas del día a día, muchas veces olvidamos, lo fácil que es sonreír, y lo bien que nos hace, miles de abrazos y sonrisas a los tres, los quiero mucho
ResponderEliminarHola Carla, gracias por el cumplido, y tomarme en cuenta. Visitare tu directorio y te cuento, Saludos cordiales
ResponderEliminarGracias mi querida Ross, creo que en un corazón sencillo sin complicaciones es más fácil encontrar la felicidad, y la otra receta mágica, que veo en Wilson, es que no piensa en si mismo, sino solo da, le brota naturalmente, desde su sonrisa, hasta todo lo que hace durante el día. Miles de besos y abrazos
ResponderEliminarChary, la lección nos la da Wilson, por ello me había anticipado contando que merecía su propia anotación, mira que yo que venía capa caída, me quede uff, con este chiquito de nueve años, haciéndole frente a la vida, y con tantas ganas y tanta alegría. Miles de besos y abrazos, para ti TQM, espero que ya tengas toda tu información
ResponderEliminarGracias, Sor Cecilia, es para mí una alegría especial que esté en esta su casa, y por ello también le busco en la suya, es como acercarme un poquitito más a la Fe, que humildemente confieso: tanto necesito, espero que descanse, muchas Bendiciones y un fuerte abrazo!
ResponderEliminarGracias Daniel, me encanta que te guste! Como bien dices es su trajín diario, pero en lo cotidiano pone entusiasmo, sin quejas, casi puedo apostar que si sigue así será de las personas, que harán mucho bien a su alrededor (desde ya lo hace) y se superara enormemente, a mi ya me dio un gran ejemplo. Un fuerte y especial abrazo!
ResponderEliminarUn mundo desconocido para mí, tan bien descrito que me parece sentirlo.
ResponderEliminarme encantan estos relatos de Haciendas, de polvo y calor, de campo...
Un beso
Precioso. Un buen relato, se vive el ambiente, se puede oler.
ResponderEliminarCon poco también se puede ser feliz.
Mañana me doy una vuelta por el campo, me ha dado ganas leyendo.
Besos!!
Gracias por el piropo, Inmagina, yo disfruto de tus relatos, este se me facilito porque solo conté la sonrisa de Wilson y fluyo, genial que lo haya trasmitido, un gran abrazo, y muchas sonrisas
ResponderEliminarGracias Arkaitz, dicen que la felicidad se contagia, espero que te vaya ien en el campo, no te quedes mucho porque te extrañare, agrr, mi casi fraile, miles de abrazos y besos!
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