Frase onomatopéyica que imita el sonido de las campanas. Por extensión, se usa para indicar que agrado quiere agrado; es decir, que uno debe conducirse con respecto a cierta persona, según el comportamiento de ésta para con uno.
Vídeo: R.C. de Interés
Tengo verdadera pasión por los campanarios.
ResponderEliminarBss
Que pena que hayan sido sustituidos por la tecnología.
ResponderEliminarBesos enormes mi niña ;) TQM
Hola amiga Regina.
ResponderEliminarPara mi el sonido de las campanas tienen algo de mágico.Parece llegarme hasta el alma...
Besos y un fuerte abrazo.