Había una vez una rana que vivía en un estanque junto a un palacio abandonado, habitado de vez en cuando por alguna bruja viajera. Un día decidió visitarlo, y de salto en salto llegó junto a una ventana que en lugar de cristales tenía una pompa de jabón. La rana, divertida, quiso explotarla de un salto, pero aquello no era jabón, sino restos de una poción mágica, y al momento se vio entrando en un sitio muy diferente.
Parecía la casa de alguien muy rico: olía bien y se estaba calentito. Pero aquello duró muy poco: un perro la descubrió y a punto estuvo de atraparla. Por suerte, en tres grandes saltos la rana consiguió salir de nuevo por la ventana... para aparecer en una charca maravillosa, llena de ranas y sapos de gran belleza, con abundantes moscas, donde todos croaban felices durante horas y horas. La rana, ni bonita ni fea, sino más bien normal, no fue muy bien acogida por las presumidas habitantes de la charca, pero estaba tan a gusto que poco le importó. Vivió en aquel lugar bastantes días, pero una noche, unos cuantos sapos hartos de su vulgar aspecto, la agarraron mientras dormía, y la devolvieron a la ventana por donde había entrado.
La rana despertó en una habitación oscura y estropeado, bastante fría e incómoda, donde un pobre niño la recibió con muchísima alegría, convirtiéndola desde el primer momento en su inseparable compañera. La atendía lo mejor que podía y hasta cazaba moscas para ella, pero la rana no dejaba de pensar en las comodidades de la anterior charca, y cuando el frío se hizo más intenso, y la leña se terminó, corrió una noche a la ventana y dio un gran salto en busca de ... ¡¡el Polo Norte!!
La rana se sintió morir de frío, y volvió a saltar por donde había llegado. Esta vez apareció en el desierto, y cuando quiso dar marcha atrás volvió a ver las nieves del Polo. No importó cuántas veces saltó adelante y atrás: ya no apareció en ningún lugar distinto del hielo del polo o la arena del desierto. Y mientras cambiaba de uno a otro se acordaba de su buen amo, el niño pobre, y de cómo por haber sido tan desagradecida y cómoda, había acabado así, medio muerta de hambre, saltando continuamente del peor de los fríos al más abrasador de los calores.
Parecía la casa de alguien muy rico: olía bien y se estaba calentito. Pero aquello duró muy poco: un perro la descubrió y a punto estuvo de atraparla. Por suerte, en tres grandes saltos la rana consiguió salir de nuevo por la ventana... para aparecer en una charca maravillosa, llena de ranas y sapos de gran belleza, con abundantes moscas, donde todos croaban felices durante horas y horas. La rana, ni bonita ni fea, sino más bien normal, no fue muy bien acogida por las presumidas habitantes de la charca, pero estaba tan a gusto que poco le importó. Vivió en aquel lugar bastantes días, pero una noche, unos cuantos sapos hartos de su vulgar aspecto, la agarraron mientras dormía, y la devolvieron a la ventana por donde había entrado.
La rana despertó en una habitación oscura y estropeado, bastante fría e incómoda, donde un pobre niño la recibió con muchísima alegría, convirtiéndola desde el primer momento en su inseparable compañera. La atendía lo mejor que podía y hasta cazaba moscas para ella, pero la rana no dejaba de pensar en las comodidades de la anterior charca, y cuando el frío se hizo más intenso, y la leña se terminó, corrió una noche a la ventana y dio un gran salto en busca de ... ¡¡el Polo Norte!!
La rana se sintió morir de frío, y volvió a saltar por donde había llegado. Esta vez apareció en el desierto, y cuando quiso dar marcha atrás volvió a ver las nieves del Polo. No importó cuántas veces saltó adelante y atrás: ya no apareció en ningún lugar distinto del hielo del polo o la arena del desierto. Y mientras cambiaba de uno a otro se acordaba de su buen amo, el niño pobre, y de cómo por haber sido tan desagradecida y cómoda, había acabado así, medio muerta de hambre, saltando continuamente del peor de los fríos al más abrasador de los calores.
Autor: Pedro Pablo Sacristan
ENSEÑANZA: Hay que fijarse mucho más en lo bueno de lo que tenemos, que en aquello de lo que carecemos, pues la ambición sin sentido nos puede hacer perder-lo todo
Este cuento y su moraleja, son más que toda una actitud para aplicar a nuestras vidas, y apreciar lo que hay y llega a ella
R.C. de Interés
"La avaricia rompe el saco" y a ver luego quien es el que consigue volverlo a recomponer.Un saludo.
ResponderEliminarSimpática historia y estupenda moraleja. La ambición nunca es buena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes razon, Marian, la avaricia es un mal, y luego no se puede reparar."La avaricia se ha adueñado de tal manera de los hombres, que en vez de ser ellos los que poseen las riquezas parecen ser éstas las que les poseen a ellos."
ResponderEliminarPlinio el Joven. Por quere más, a veces no valoramos y perdemos lo que tenemos, Un gran abrazo mi amiga
Cierto, mi amigo Juanjo, la ambición aparte de mala corrompe. "La riqueza ha creado más codiciosos que la codicia hombres ricos"Thomas Fuller. Un fuerte abrazo a los 3
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarMe quito el sombrero. Has puesto un ejemplo perfecto del egoismo humano. "No es más feliz quien más tiene, si no quien menos necesita"
Un abrazo
Brillante frase Chema, me la voy a apuntar. Y su antonimo: la generosidad es tan bella."La codicia tiene tal poder cegador, que todos los argumentos del mundo no convencerán a un hombre de que es codicioso"Thomas Wilson. Un abrazo
ResponderEliminarMientras haya suficiente para poder vivir medianamente bien es más que suficiente al menos para mi un abrazo guapa
ResponderEliminarMe ha encantado la historia. Refleja a la perfección aquella verdad que nos dice que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
ResponderEliminarGracias por compartirla.
Un abrazo enorme.
hola
ResponderEliminarbueno ahora mismo estoy en esa misma situación
y soy esa rana ingrata
pero había un esclavo filósofo que le preguntan el motivo de querer huir cuando lo tiene todo, comida, alojamiento, .... su respuesta a su ama fue "nunca lo entenderías, la libertad, es la libertad"
un saludo
Nafire, linda,pienso que "tener" ya es bastante, lo importante es valor lo que tenemos, sea material, pero principalmente nuestras virtudes y aptitudes, Un beso
ResponderEliminarGracias, Barbara, muchas veces tenemos algo y no lo valoramos, hasta como dices lo perdemos, es mejor apreciar lo que tenemos siempre. Un fuerte abrazo, amiga
ResponderEliminarMi lindo amigo, los valores son importantes y diferentes para cada uno, la libertad, es algo muy importante, lo que si ocurre es que hay equilibrar las cosas, no puedes comer libertad, pero si la necesitas. Un gran abrazo
ResponderEliminarHay que apreciar lo que tenemos, el conflicto surge, como le paso a la ranita, cuando crees que tienes menos que los demas, o que lo que tienes no cuenta. Bye
ResponderEliminarPienso que el secreto esta en saber apreciar la lo que tenemos, por ejemplo, no valoramos la salud hasta que la perdemos. Veronica, pienso que por que nuestra naturaleza, nos impide valorar en este ejemplo la salud hasta que enfermamos? aunque tambien tengo que reconocer que en este caso en especifíco cada dia tomamos más conciencia, por ejemplo en nuestra alimentación, sueño, y deportes. Un abrazo
ResponderEliminar