Todos conocemos la singularidad de la fauna australiana. Cientos de cuentos, novelas y filmes han empleado como motivo a las especies más conocidas: la forma de trasladarse y de proteger sus crías del canguro; el ornitorrinco, mamífero que pone huevos y tiene pico y patas similares a los patos; el voraz demonio de Tasmania; etc. Menos conocida es la fauna de las islas que rodean a Australia y tuvieron el mismo aislamiento que ésta. Es el caso de la isla de Nueva Guinea y las Malucas. Estas islas, muy poco exploradas fundamentalmente debido a lo abigarrado de la selva que compone la mayor parte de su territorio (en 2006, un grupo de científicos internacionales informaron del descubrimiento en la isla de Nueva Guinea de al menos veinticinco especies animales desconocidas y cinco especies de palmeras, y aún continúan trabajando allí, con la certeza de que encontrarán aún más especies, tanto animales como vegetales), han dado abrigo a una orden de aves, conocida en el mundo entero como Ave del Paraíso por la belleza de su plumaje.
Estas aves pertenecen al orden de las Passeriformes y a la familia de las Paradisaeidae y se cuentan unas cuarenta especies, la mayoría con hábitat en Nueva Guinea (la bandera del estado de Papúa – Nueva Guinea ostenta la silueta de un Ave del Paraíso en amarillo), aunque cuatro especies se las puede encontrar en la costa nororiental de Australia. Son omnívoros, componiendo su alimentación, frutas, insectos y otros animales pequeños. Anatómicamente, se trata de una de las aves cantoras más primitivas.El Ave del Paraíso tiene muy clara diferencia en su tamaño y plumaje entre el macho adulto y la hembra (dimorfismo sexual). Mientras que el macho posee un largo y colorido plumaje, la hembra es más pequeña y su plumaje es grisáceo y apagado, al igual que los pichones, lo que, al ser menos llamativo, les sirve de protección contra sus enemigos naturales. Las hembras de estas especies suelen vivir en pequeñas bandadas, mientras que los machos son animales básicamente solitarios, acercándose a las hembras en época de apareamiento, momento en el cual desarrollan unas elaboradas y meticulosas danzas de cortejo, que implican entre otras cosas, una cuidadosa preparación de la rama donde se desarrollarán las danzas. Con estos cortejos, los machos muestran su hermoso colorido para intentar seducir a tantas hembras como le sea posible durante los cinco meses que dura el período de apareamiento, en una especie de concurso donde los machos compiten entre si.Viven en las copas de los grandes árboles de la selva, a más de treinta o cuarenta metros de altura, lo que ha hecho muy dificultosa su fotografía, aún cuando en medio del bosque se pueda detectar su presencia por su canto. Los nativos papúes los cazan empleando arcos y flecha, trepando a la copa de los árboles y disimulando su presencia con la fabricación de refugios de hojas, construidos con un sistema tradicional y ceremonial.Cuando aparecieron los primeros ejemplares en Europa en el siglo XVI, sus patas habían sido mutiladas, lo que indujo al error de creer que estas aves no poseían patas y vivían permanentemente en vuelo. Es por ello que el naturalista sueco Linneo, clasificó a la mayor de estas especies como Paradisaea Apoda (del latín a = sin, poda o podos = patas). Esta especie mide unos cuarenta y cinco centímetros de la cabeza a la cola y tiene un gran penacho de color anaranjado dorado.Algunas de las especies, poseen en sus alas y colas, plumas modificadas que semejan cerdas o alambres. En algunos casos, estas plumas modificadas forman densos ramilletes.Como sucede con muchas otras especies animales, la belleza es su peor enemigo, lo que ha atraído a numerosos cazadores, tentados por los precios que se pagan por sus plumas, en mercados tan disímiles como China, Corea, Japón, Europa y los Estados Unidos. Su caza se ha sistematizado desde 1900, empleándose las plumas de este animal fundamentalmente como ornamento para sombreros. Esto ha ocasionado que se haya producido un notorio declive en el número de ejemplares en la mayoría de las especies, a pesar de los programas de conservación que se están tratando de llevar adelante, tanto por parte del gobierno de Papúa-Nueva Guinea, como de numerosas organizaciones conservacionistas. Varias tribus aborígenes han dejado de cazar estas especies y colaboran activamente en la conservación.Pero existen muchos factores que dificultan los esfuerzos en este sentido. La isla de Nueva Guinea es escasamente poblada y su territorio montañoso y selvático, por lo que la vigilancia es extremadamente dificultosa. Grandes extensiones no conocen la presencia humana (aún de los habitantes aborígenes). A ello además hay que agregar las dificultades políticas. Aproximadamente la mitad de la isla es independiente; se trata de un estado joven (independiente desde 1975) y con grandes dificultades económicas. La otra mitad, pertenece a Indonesia y se han llevado a cabo allí levantamientos independentistas que han sido reprimidos duramente, por lo que el gobierno indonesio pone numerosas trabas al ingreso a la zona.
Estas aves pertenecen al orden de las Passeriformes y a la familia de las Paradisaeidae y se cuentan unas cuarenta especies, la mayoría con hábitat en Nueva Guinea (la bandera del estado de Papúa – Nueva Guinea ostenta la silueta de un Ave del Paraíso en amarillo), aunque cuatro especies se las puede encontrar en la costa nororiental de Australia. Son omnívoros, componiendo su alimentación, frutas, insectos y otros animales pequeños. Anatómicamente, se trata de una de las aves cantoras más primitivas.El Ave del Paraíso tiene muy clara diferencia en su tamaño y plumaje entre el macho adulto y la hembra (dimorfismo sexual). Mientras que el macho posee un largo y colorido plumaje, la hembra es más pequeña y su plumaje es grisáceo y apagado, al igual que los pichones, lo que, al ser menos llamativo, les sirve de protección contra sus enemigos naturales. Las hembras de estas especies suelen vivir en pequeñas bandadas, mientras que los machos son animales básicamente solitarios, acercándose a las hembras en época de apareamiento, momento en el cual desarrollan unas elaboradas y meticulosas danzas de cortejo, que implican entre otras cosas, una cuidadosa preparación de la rama donde se desarrollarán las danzas. Con estos cortejos, los machos muestran su hermoso colorido para intentar seducir a tantas hembras como le sea posible durante los cinco meses que dura el período de apareamiento, en una especie de concurso donde los machos compiten entre si.Viven en las copas de los grandes árboles de la selva, a más de treinta o cuarenta metros de altura, lo que ha hecho muy dificultosa su fotografía, aún cuando en medio del bosque se pueda detectar su presencia por su canto. Los nativos papúes los cazan empleando arcos y flecha, trepando a la copa de los árboles y disimulando su presencia con la fabricación de refugios de hojas, construidos con un sistema tradicional y ceremonial.Cuando aparecieron los primeros ejemplares en Europa en el siglo XVI, sus patas habían sido mutiladas, lo que indujo al error de creer que estas aves no poseían patas y vivían permanentemente en vuelo. Es por ello que el naturalista sueco Linneo, clasificó a la mayor de estas especies como Paradisaea Apoda (del latín a = sin, poda o podos = patas). Esta especie mide unos cuarenta y cinco centímetros de la cabeza a la cola y tiene un gran penacho de color anaranjado dorado.Algunas de las especies, poseen en sus alas y colas, plumas modificadas que semejan cerdas o alambres. En algunos casos, estas plumas modificadas forman densos ramilletes.Como sucede con muchas otras especies animales, la belleza es su peor enemigo, lo que ha atraído a numerosos cazadores, tentados por los precios que se pagan por sus plumas, en mercados tan disímiles como China, Corea, Japón, Europa y los Estados Unidos. Su caza se ha sistematizado desde 1900, empleándose las plumas de este animal fundamentalmente como ornamento para sombreros. Esto ha ocasionado que se haya producido un notorio declive en el número de ejemplares en la mayoría de las especies, a pesar de los programas de conservación que se están tratando de llevar adelante, tanto por parte del gobierno de Papúa-Nueva Guinea, como de numerosas organizaciones conservacionistas. Varias tribus aborígenes han dejado de cazar estas especies y colaboran activamente en la conservación.Pero existen muchos factores que dificultan los esfuerzos en este sentido. La isla de Nueva Guinea es escasamente poblada y su territorio montañoso y selvático, por lo que la vigilancia es extremadamente dificultosa. Grandes extensiones no conocen la presencia humana (aún de los habitantes aborígenes). A ello además hay que agregar las dificultades políticas. Aproximadamente la mitad de la isla es independiente; se trata de un estado joven (independiente desde 1975) y con grandes dificultades económicas. La otra mitad, pertenece a Indonesia y se han llevado a cabo allí levantamientos independentistas que han sido reprimidos duramente, por lo que el gobierno indonesio pone numerosas trabas al ingreso a la zona.
FUENTE: http://www.mundocuriososencillo.com/paginastxt/Aves%20Paraiso.html
Encontrado curiosidades de la zoología, me pareció interesante y sorprendente esta bella ave
R.C. de Interés
Encontrado curiosidades de la zoología, me pareció interesante y sorprendente esta bella ave
R.C. de Interés
Hola,
ResponderEliminarNo me canso de repetir que eres un libro abierto. Lo que cuentas es algo que no sabía. Sí conocía la existencia de esas aves, pero no la pequeña historia que acompaña tu post. Por desgracia el ser humano es el único animal que es capáz de realizar las atrocidades más violentas por el mero hecho de adornar un trozo de tela para la cabeza. En pocas palabras, somos los psicópatas de la naturaleza.
un abrazo
Lo has descrito muy bien Chema, "somos psicópatas de la naturaleza". Calcula, que en el siglo XVI, sus patas habían sido mutiladas, lo que indujo al error de creer que estas aves no poseían patas y vivían permanentemente en vuelo. Es de no creerse! hasta las clasificaron Paradisaea Apoda (del latín a = sin, poda o podos = patas). Un gran abrazo
ResponderEliminarhola
ResponderEliminar¡vaya! cuantos meses de cortejo, son muchos
entre la carne y objeto de decoración tienen que quedar pocas
mira que creerse que la tierra era plana, digo, que no dejaban de volar nunca
un saludo
Si, imaginate Jose, pero deber ser impresionante de ver.No se si hay documental filmandolo, sería interesante verlo. Un abrazo, mi amigo
ResponderEliminarEsta bien completa esta historia, y por lo que se son pajaros muy vistosos, el apareamiento debe ser fabuloso verlos de galanes, solo que es un poco largo (pero esta bien que les cueste, jaja). Es una tristeza que como humanos respetemos la naturaleza, y la llevemos a extremos de extinción.
ResponderEliminarImaginete, que el ritual de paramiento empieza con arreglar la rama, que delicadeza, para un ser humano no es tan largo, pero si creo que 5 meses para un ave, requiere perseverancia, y además en franca competencia. La naturaleza, espero que cada día tomemos mas conciencia, y la cuidemos. Un abrazo
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