En aquel invierno, en que la lluvia continuaba su contante, su claro sonido, suave, parecía que fuese lejos. De noche ya, la una estaba, más no se asomaba, las estrellas ocultas estaban.
En el murmullo de la naturaleza, de cuando vez se dejaba escuchar el chisporrotear de la chimenea, cuando el fuego alcanzaba, algún leño, no tan seco. Por lo demás todo era silencio.
Un cigarrillo y un café, por compañía, mientra embebido, saltaban en sus ojos, las letras de aquel libro, que no podía soltar.
Empego ojeándolo al final de la tarde, le atrapó.
“El padre acariciaba a la niña, …Cristina dime, cuál es tu mayor anhelo, que harás cuando el tiempo avance y en mujer te conviertas?...
Interrumpió un poco la lectura y se cuestionó: en este mundo tan de prisa, de sus dos hijas, el no sabía, su color preferido, la música si la escuchaba a todo volumen, desconocía quienes eran sus amigos, incluso si alguna de ellas, ya tenia algún noviecillo. Desconocía sus ideales, sabia que eran cariñosas, y respetuosas, cuál número será, su favorito, libre las lecturas de la escuela, no sabia que les interesaba…. ----Mmm se dijo a si mismo, mientras retomaba nuevamente la lectura, encendía otro cigarrillo y se surgía nuevamente, en las letras, hasta agotar sus páginas.
Autor: R.C. de Interés
Mucho esfuerzo levantarse y preguntarles, ¿no?
ResponderEliminarUna buena historia, donde relatas bien lo cotidiano de una escena hogareña.
ResponderEliminarAbrazo
A ver si el cigarrilo le da el cariño de sus hijas el día de mañana. Un besote enorme.
ResponderEliminarAsí es Pilar, pero lamentablemente ocurre, un gran y especial abrazo
ResponderEliminarJosé Jaime, si es un relato cotidiano, la escena y el cuestionamiento al que llega, un fuerte abrazo de Montaña, Tita
ResponderEliminarAsí es Mis Letras, y en ocaciones cuando los hijos crecen y no se acercan, se pregunta por que? un fuerte abrazo mi niña
ResponderEliminarBuen ojo para destacar la apatía en que caen algunos padres. Un llamado de atención para muchos. Un granito de arena de tu parte para reclamarlo. Un beso
ResponderEliminarOtro beso para tí, Daniel Eduardo, y es que en ocasiones será más fácil no involucrarse, pero es alli, cuando crecen que más nos necesitan, un fuerte abrazo
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